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Nouriel Roubini: ¿Cómo evitar la Gran Depresión II?

Hoy queremos comentar los argumentos que esgrime Nouriel Roubini en su artículo «Cómo prevenir una depresión» de esta semana en el blog de Reuters «The Great Debate«. Recordemos que Roubini es un prestigiosísimo economista que predijo perfectamente la gran crisis financiera de 2008, aunque en aquel momento se le tachó de agorero para arriba, ganándose el calificativo de Dr. Doom (Dr. Catástrofe). Los acontecimientos posteriores han demostrado que dicho calificativo era, lamentablemente, injustificado.Realizando una traducción libre, Roubini comienza su artículo diciendo que  los datos económicos sugieren la vuelta a la recesión en las economías desarrolladas, cotizando el sector financiero a niveles de estrés que sólo se habían visto después del colapso de Lehman en 2008. Los riesgos de una crisis finaciera peor que la vivida entonces (ya que no afecta sólo al sector privado sino también a las finanzas públicas) están presentes. Por tanto, ¿qué se puede hacer para minimizar la caída, prevenir el colapso financiero y una depresión aún más profunda?

Lo primero es concienciarnos de que las medidas de austeridad tienen efectos recesivos. Por tanto, si la periferia europea está obligada a realizar recortes para cuadrar sus maltrechas cuentas, los países con mayor fortaleza deberían aplazar sus ajustes para proveer de estímulos que compensen esa contracción forzada. Pero no sólo Alemania y demás países centroeuropeos con capacidad, sino también Japón, EE.UU. y Reino Unido deberían remar en la misma dirección.

Lo segundo, dado que la política monetaria tiene escaso efecto porque los problemas no son de iliquidez sino de excesiva deuda e insolvencia, la recuperación del crédito sería más efectiva que el simple quantitative easing. El BCE debería dar marcha atrás en su equivocada decisión de aumentar tipos de interés, sin esperar al relevo de Draghi, para preservar el orgullo personal de Trichet, que se resiste a dar ese giro de 180º. Más facilidad monetaria y de crédito necesitan también dar la FED, BoJ, BoE y el SNB. Porque la inflación será el último problema por el que los bancos centrales deberán preocuparse cuando caigan los precios, salarios, inmuebles, etc.

En tercer lugar, para restaurar el crecimiento del crédito, los bancos de la Eurozona que están faltos de capitalización, deben recibirla mediante un amplio programa creado ad-hoc por parte de la UE. Para evitar otro credit crunch, mientras la banca se desapalanca, se le deben tolerar ciertos incumplimientos en los requerimientos de liquidez. También los gobiernos deben proveer de crédito directo a las pymes, dado que la banca no lo hace.

Cuarto, la provisión de liquidez a gran escala para los gobiernos solventes es vital para evitar repuntes de los spreads e imposibilidad de acceder a los mercados (Italia y España). Eso convertiría la iliquidez en insolvencia, aunque quizá sea la liquidez la que maquilla la insolvencia ya existente. Aún realizando cambios en las políticas, la credibilidad de los países llevará años y, mientras tanto, los Mercados mantendrán la presión en las primas de riesgo soberanas, retroalimentando la crisis.

Hoy Italia y España están ya perdiendo su acceso al Mercado (lo habrían perdido ya de no ser por las compras del BCE). Y ya es un secreto a voces que los fondos para evitarlo deben triplicarse, aumentando en mucho la capacidad de inyección de liquidez por parte del EFSF (European Financial Stability Facility), los Eurobonos o masivas intervenciones por parte del BCE. Sólo así evitaremos la deriva hacia el colapso de estos países.

Quinto, la deuda que no pueda ser asumida mediante crecimiento, ahorro o inflación debe ser redimida a través de un default estructurado, reducción de la deuda (quitas), y conversión de la deuda. Los gobiernos insolventes deben ser asistidos en ello, y a la vez asistir a las entidades financieras y demás deudores privados.

Sexto, el crecimiento económico en países como Grecia y demás periferia, no tendrá lugar hasta que se reestablezca la competitividad en sus economías. Y sin un rápido retorno hacia cifras de crecimiento económico, las quiebras y los disturbios sociales son inevitables.

Tenemos 3 opciones para restablecer la competitividad en la Eurozona, todas requiriendo una real devaluación, y ninguna de ellas parece viable:

  1. Un desplome del Euro hasta la paridad con el dólar, lo cual no es fácil debido a que la moneda norteamericana no se va a apreciar fácilmente.
  2. Una rápida reducción de los costes laborales, vía una reforma estructural y un aumento de la productividad. Esto tampoco parece viable, ya que ese proceso tardó 15 años en devolver la competitividad en Alemania.
  3. Una deflación de precios sostenida durante al menos 5 años hasta niveles del 30%, lo que supone un lustro de depresión inaceptable por la sociedad. Esto exacerbaría la insolvencia, aumentando comparativamente el valor de las deudas.

Debido a que ninguna de estas 3 opciones parecen viables, la única alternativa es la salida de la Eurozona de Grecia y algunos otros miembros periféricos. Sólo la vuelta a la moneda nacional, mediante su inmediata devaluación, puede devolver a esos países la competitividad y el crecimiento. El problema es que esta solución precisa de valentía. Y los gobernantes quizá prefieran seguir chutando la lata (patada a seguir) hasta chocar contra la pared

Salir del Euro causaría, obviamente, daños colaterales a los países salientes, y el riesgo de contagio del resto de países débiles que quedasen dentro de la unión, sería elevado. La deuda de los países salientes debería reconvertirse a la nueva/vieja moneda local mediante una ordenado y negociado proceso. Se necesitaría entonces el uso apropiado de recursos públicos para la recapitalización de los bancos de la Eurozona, evitando así contagios descontrolados.

Séptimo, las razones del elevado desempleo y escaso crecimiento en los países desarrollados son estructurales, y eso incluye a los países emergentes ya emergidos. La respuesta apropiada a estos cambios tan brutales no es un mayor proteccionismo. Los países desarrollados necesitan planes a medio plazo para restablecer el empleo y la competitividad mediante la masiva inversión en educación, mejoras en el capital humano y formación en el trabajo, infraestructuras y desarrollo de energías alternativas/renovables. Sólo una planificación así dará las herramientas a los trabajadores para completar este proceso tan penoso.

Octavo, las economías emergentes tienen mayor margen de maniobra y deben relajar sus políticas monetarias y fiscales. El FMI y el Banco Mundial puede prestar a los emergentes en riesgo de perder su acceso a los mercados, a cambio (como se pretende en la Eurozona con Grecia) de reformas apropiadas. Países como China deben también acelerar sus reformas para que su economía deje de depender tanto de sus exportaciones, potenciando así su demanda y consumo internos. Por tanto debe acelerar también la apreciación de su moneda.

Los riesgos que tenemos ante nosotros no son sólo una mera recesión de doble suelo, sino una severa contracción que nos llevará a la Gran Depresión II, especialmente si la crisis en la Eurozona explota desordenadamente y nos conduce a un contagio finaciero global. Las políticas equivocadas durante la Gran Depresión I desembocaron en guerras de comercio y divisas, quiebras decontroladas, deflación, pobreza, desesperación e inestabilidad política y social. Y ello probablemente generó el aumento de régimenes totalitarios que nos llevaron a la Segunda Guerra Mundial. La mejor manera de evitar el riesgo de repetir aquella secuencia es coordinar una potentísima y agresiva política global ahora.

Vía Bloomberg The Great Debate

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